En las últimas décadas han ido en aumento las desigualdades socio-económicas, culturales… la existencia de un número creciente de personas sin posibilidades, o con muchas dificultades para trabajar, sin acceso a una vivienda digna o a una educación adecuada a sus necesidades, la exclusión a la que muchos y muchas se ven sometidos, el conjunto de conductas de riesgo y las carencias afectivas y de comunicación que genera el estilo de vida consumista asociado al orden económico imperante así como el fenómeno de las drogodependencias son circunstancias que favorecen las situaciones de desfavorecimiento y desequilibrio. También existen otros grupos sociales en los que, dada una serie de condicionantes como la edad, las relaciones de iguales, crisis familiares, etc., pueden desembocar en una situación de alto riesgo en relación con el abuso de drogas que, de no ser abordado de forma adecuada, puede traer como consecuencia una desestructuración a nivel personal y socio-familiar.

Con respecto a la Incorporación, es obvio que la desestructuración social que padece el consumidor de drogas, plantea serias dificultades para la rehabilitación de una persona. Es por ello por lo que perseguimos paliar estos déficits en el ámbito personal, familiar, laboral, cultural, social, etc., intentando ofrecerles proyectos que actúen reduciendo el deterioro personal y social que sufren, con la cobertura de aspectos sanitarios, jurídico-penales, aspectos económico-sociales, laborales…